José Antonio ¿qué?
En mi pueblo, había una inscripción en la iglesia de Santa María en la que, bajo la leyenda de Caídos por Dios y por España, figuraba una lista de nombres encabezada por José Antonio; así, sin apellidos. Cuando era pequeño, me preguntaba por qué era tan importante haber tropezado, aunque fuera por motivos tan nobles como la divinidad y la patria, y, sobre todo, qué José Antonio sería ese que merecía letras el doble de grande que el resto y poder prescindir de sus apellidos, como los futbolistas y los cantantes sudamericanos. Yo conocía a varios José Antonio pero ninguno de ellos tenía pinta de haberse caído nunca porque ni cojeaban ni tenían reuma. Años después, cuando la inscripción casi ya no se leía, me enteré de qué significaba caído y quién era ese José Antonio. También conocí otras listas de vecinos que habían caído en la misma guerra pero que no lo habían hecho exactamente por ese Dios y esa España; eran listas de voz baja que, por supuesto, no estaban escritas
Hace poco, estuve en Francia, donde también hay listas de muertos en las plazas. En Lahontan, el pueblo de mi prima Marie, hay varias placas donde están los muertos en la I y II Guerra Mundial y los de guerras coloniales en Indochina, Suez y Argelia. Lo suyo es más fácil porque son guerras con un enemigo extranjero pero me pareció una gran idea. Sobre todo, porque al volver del viaje me encontré con una guerra de listas de muertos en la que, como siempre, los que más ruido hacen tapan a los que tratan de razonar. Para evitarlas, hace años que deberíamos haber hecho una sola lista de los que murieron en algo que no debería pasar nunca más. Si yo fuera el alcalde de mi pueblo, haría un monumento similar al de Lahontan. En la plaza, con una estatua tipo vasco, grande, férrica e ininteligible, habría una placa con todas las listas, las de los muertos en la guerra y las de los muertos en las represiones simultánea y posterior. Sin José Antonio, claro, que no era del pueblo. (Publicada el 1 de diciembre).