Control de esfínteres
Mi hijo mayor está en la edad en que lo repite todo. Especialmente, las palabrotas, claro. Cada vez que mi mujer trae una nueva estantería para montar el niño aprende de su padre un nuevo complemento para el “me cago en†y el día del Barí§a-Madrid salió con una lección completa de declinaciones de “joderâ€. No me preocupa que mi hijo aprenda palabrotas porque ya tiene un perfecto control de esfínteres y sabe, más o menos, donde puede soltarlas y donde, no. El control también le permite ir teniendo claro, también más o menos, que hay algunas palabrotas que hacen gracia en determinadas ocasiones pero que hay otras que no se pueden decir nunca. Mi problema como padre es que veo que los poderes públicos no tienen clara esta cuestión.
La semana pasada, el alcalde de Getafe, PSOE, llamó “tontos de los cojones†a los votantes de la derecha. Todo el PP puso el grito en el cielo, incluso el presidente de la Diputación de Castellón, PP, que semanas antes había llamado “hijo de puta†al portavoz del PSOE. Esa misma semana, un diputado de un partido nacionalista pidió, metafóricamente, la desaparición física del Jefe del Estado y, para responderle, un senador popular pidió, también metafóricamente, la desaparición física de los políticos nacionalistas. Todos los anteriores carecen del control de esfínteres de mi hijo mayor y, como mi hija pequeña de mes y medio, suelen ser capaces de simultanear la ingesta con la deposición. Aunque tiene sólo 50 días, ya no se enfada cuando la cojo después de la primera teta porque sabe que la voy a cambiar y que, después de limpiarla, la devolveré a su madre para seguir mamando.
Creo que el problema está ahí, en que no hay ningún incentivo para promocionar el control de esfínteres entre los políticos. Todos ellos tienen claro que su bloque político y periodístico los protegerá y, después de limpiarlos su deposición, los devolverá para que sigan mamando. Perdón por la demagogia y feliz navidad. (Publicado el 30 de diciembre de 2008)